El 'dietista' de los edificios para mejorar la calidad de vida de las personas

edificación, arquitectura, arquitectura técnica, aislamiento

El concepto de “edificio saludable” se ha popularizado con el fin de vincular de una manera más estrecha el entorno construido con el bienestar físico y emocional de las personas. Un escenario en donde cobra auge la innovación, para proporcionar a la arquitectura y la arquitectura técnica un amplio abanico de soluciones capaces de transformar la forma de habitar los espacios.

En los últimos años, uno de los materiales que ha experimentado más avances en el campo del I+D+i es el aislamiento; más allá de su primitiva función de mejora de la eficiencia energética de los edificios, los nuevos sistemas incorporan propiedades adicionales, como su resistencia a la humedad, evitando la aparición de patologías como la condensación y el moho, y su calidad acústica.

Cada vez es más frecuente la existencia de aislamientos de origen natural, como paneles de corcho expandido, fibras de madera o celulosa reciclada, que aportan no solo prestaciones técnicas, sino también un enfoque “bio” y sostenible. Sin embargo, es importante comprobar que estos materiales no contienen biocidas o insecticidas para evitar la proliferación de organismos, como virus o bacterias, o insectos en su interior.

Los acabados interiores y exteriores también han ganado en eficiencia. Hoy existen pinturas fotocatalíticas que, gracias a nanopartículas de dióxido de titanio, descomponen compuestos orgánicos volátiles (COV) y contaminantes, mejorando la calidad del aire interior.

Los revestimientos antibacterianos, aplicados en superficies de frecuente tránsito o en el interior, por ejemplo, de conductos de climatización, reducen la proliferación de microorganismos, de especial importancia para su aplicación en colegios, hospitales o edificios residenciales. También los pavimentos vinílicos hipoalergénicos o aquellos que evitan cargas electromagnéticas, contribuyen a crear espacios más saludables y seguros para colectivos sensibles.

La carpintería y los cerramientos tampoco son ajenos a esta innovación. Los vidrios inteligentes con control solar dinámico permiten modular la entrada de luz y calor en función de las condiciones atmosféricas exteriores, reduciendo el riesgo de deslumbramientos y mejorando la regulación de los ritmos circadianos gracias a una iluminación natural equilibrada. Existen, además, ventanas con marcos fabricados en materiales reciclados y dotadas de filtros integrados que bloquean partículas contaminantes, una solución idónea en ciudades con alta contaminación.

Por último, no se puede obviar la importancia de sistemas constructivos con baja huella ambiental y sin emisiones contaminantes. Certificaciones como Cradle to Cradle o las DAP (Declaraciones Ambientales de Producto) aseguran que estos materiales cumplen criterios de circularidad y seguridad para la salud humana. Desde hormigones fotocatalíticos que ayudan a purificar el aire urbano hasta paneles de madera estructural tratada sin compuestos químicos tóxicos.

No se trata únicamente de lograr edificios más eficientes, sino de construir entornos que actúen como una extensión de la salud, previniendo enfermedades.

El reto está en incorporar estos materiales de manera sistemática, con criterios de rigor técnico y sostenibilidad, y con un menor coste para las empresas. Pero mientras que este momento llega, la relación entre los factores ambientales y la salud requerirá de muchos cambios. Los más evidentes, según la guía Edificios y salud. 7 llaves para un edificio saludable apuntan hacia un uso más eficiente de los recursos, que comportarán la reutilización, la reducción del consumo de recursos naturales, la valorización de residuos, el uso de soluciones constructivas autóctonas o técnicas y tecnologías low tech que sean propias, además de incorporar mucha información a los productos para poder razonar, justificar y personalizar las decisiones al respecto.

Esto nos ha hecho pensar en nuevas figuras profesionales, entre las cuales podemos prever alguna que este manual define como el ‘dietista de los edificios’, por su similitud a los profesionales de la salud. Técnicos que ayuden a mejorar la calidad y las prestaciones medioambientales y de salubridad de los edificios, así como valorar, guiar, aconsejar y acompañar para que se elijan los productos más adecuados en cada situación.

 

 

 

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