Cierra los ojos. Inspira. Ahora, expira. ¿Sabías que a lo largo de un día puedes llegar a hacer este gesto 20.000 veces? La respiración es fundamental para la vida. El oxígeno alimenta nuestro organismo, contribuyendo a su buen funcionamiento. Nos relajamos cuando respiramos y también somos capaces de aprender más y mejor. Sin embargo, en muchas ocasiones, la calidad del aire que nos sustenta no es la óptima, y esto puede provocar graves afecciones para la salud.
No solo hablamos del aire en espacios exteriores (donde puede verse afectado por la contaminación, el polvo o las partículas en suspensión como el polen); en el interior de las viviendas, su calidad puede verse comprometida por multitud de factores, causando importantes daños en la salud de los ocupantes. Asma, alergias, dificultades para descansar, así como cefaleas e incluso problemas cardíacos, son algunos de los problemas que puede generar un aire interior de baja calidad.
Los arquitectos y arquitectos técnicos, como profesionales de la edificación, tienen en sus manos la capacidad de integrar estrategias que van más allá de la estética y la funcionalidad, priorizando la salud de los ocupantes.
1) La prevención a través de la ventilación
La ventilación es la primera línea de defensa contra los contaminantes interiores, y los arquitectos y arquitectos técnicos pueden diseñar sistemas que garanticen una renovación de aire óptima:
- Ventilación natural, siempre. Un gesto tan sencillo como abrir una ventana 10 minutos al día (preferiblemente a primera hora de la mañana o antes de acostarse) contribuye de manera notable a disminuir las concentraciones de CO2 y otros gases y partículas nocivas.
En este aspecto, el diseño es fundamental. Es imprescindible realizar un correcto dimensionamiento, calculando los flujos de aire necesarios y el tamaño de las aberturas, y asegurando una ventilación cruzada efectiva sin comprometer la eficiencia térmica.
En espacios más complejos, como cocinas y baños, siempre hay que asegurarse de que los sistemas de extracción sean eficaces a la hora de eliminar contaminantes (humos, vapor, etc.), evitando su dispersión al resto de la vivienda.
- Cuando la ventilación natural no sea suficiente, se puede reforzar a través de la instalación de sistemas de ventilación mecánica o híbrida, que permiten un control preciso de la renovación del aire, asegurando una entrada constante de aire fresco y la expulsión de aire viciado.
- Ventilación en espacios sensibles. En ocasiones, nos podemos encontrar con lugares que requieren unas condiciones de calidad del aire muy exigentes (hospitales, centros de salud, laboratorios...). En estos casos, es recomendable el uso de filtros de aire avanzados, como los HEPA (High-Efficiency Particulate Air), capaces de eliminar hasta un 99% de las partículas en suspensión.
2) Elección de materiales saludables
Además de ventilar, para garantizar un aire interior saludable también es importante identificar y eliminar las fuentes de contaminantes o, al menos, reducir sus emisiones. La elección de materiales más naturales, de bajo impacto ambiental y bajas emisiones de COV (Compuestos Orgánicos Volátiles) siempre será un acierto y ayudará a mejorar la calidad y la salubridad de los espacios construidos.
3) Estrategias pasivas para mejorar la calidad del aire
Más allá de los sistemas activos, la estructura de nuestros edificios juega un papel crucial en la calidad del aire interior. Una envolvente térmica deficiente puede ser un caldo de cultivo para problemas de salubridad, como la aparición de humedades o moho.
¿Qué podemos hacer? Mejorar la envolvente a través de la renovación del aislamiento térmico, la sustitución de carpinterías ineficientes (ventanas y puertas) y garantizar la hermeticidad del inmueble, evitando las infiltraciones de aire no controladas, ayudará a la construcción de espacios más saludables, además de mejorar la eficiencia energética y el impacto ambiental del edificio.
Es indudable que mejorar la calidad del aire en los espacios interiores es una inversión directa en la salud y el bienestar de las personas. Los arquitectos y arquitectos técnicos tienen la oportunidad de ser los artífices de edificios que no solo sean estéticos y funcionales, sino también respetuosos con las personas y garantes de su salud.