Probablemente la opción de ser administrador de fincas no esté entre los planes de un recién licenciado en Arquitectura o Arquitectura Técnica, pero las tres profesiones tienen mucho más en común, técnicamente hablando, que lo que muchas personas puedan pensar.
La labor del administrador de fincas no solo se centra en la gestión de cobro de los recibos en las comunidades de propietarios o en la elaboración del presupuesto anual de gastos, sino también en el buen estado de conservación del edificio, es decir, en su mantenimiento y el cumplimiento de normativas, áreas en las que la formación de un arquitecto o arquitecto técnico resulta fundamental.
No en vano, estos profesionales se enfrentan diariamente a los retos actuales: la gestión energética, la rehabilitación de edificios y la sostenibilidad, que son materias que requieren de los conocimientos técnicos necesarios para ser aplicados de una manera eficiente las comunidades de vecinos.
Un caso frecuente donde la actuación del profesional administrador de fincas es muy importante sucede cuando su cliente, la comunidad, adopta el acuerdo de ejecutar obras, bien por imperativo legal derivado de las inspecciones o por la oportunidad de acceder a las subvenciones, como han sido los fondos Next Generation. En ese momento, el administrador es el encargado de coordinar todo el proceso: solicitud de ayudas, si existieran, licencias, presupuestos, contratación de empresas, supervisión de los trabajos y control de calidad. La formación en Arquitectura o Arquitectura Técnica, le permite al profesional de este ramo entender los planos, proyectos y requisitos técnicos necesarios.
Constantemente asimilamos al arquitecto o arquitecto técnico como el “médico de cabecera” del edificio, por su experiencia técnica para solventar las inspecciones que sobre rehabilitación, eficiencia energética y accesibilidad tiene que pasar regularmente la comunidad: hablamos concretamente de la ITE o la IEE.
Cada vez más, estos profesionales encuentran en la Administración de Fincas una salida laboral adecuada a sus conocimientos, aportando, además, un valor añadido al servicio especializado. De hecho, por tratarse de una profesión liberal, su acceso a la colegiación es directa en cualquier colegio de Administradores de Fincas de España, ya que su trabajo contribuye a garantizar la calidad, el mantenimiento y la gestión del patrimonio inmobiliario y del bien más preciado que tienen los ciudadanos como es su vivienda.
Otra razón importante que anima a ser administrador de fincas es que esta figura está en auge debido a la creciente demanda de profesionales que puedan gestionar de una manera integral los edificios, y no solo residenciales, sino también de oficinas, centros comerciales, polígonos industriales… lo que hace crecer el campo de actuación y conseguir una mayor cartera de clientes.
Por último, esta salida laboral también ofrece estabilidad, ya que se trata de una profesión sin desempleo; inclusiva, sin brecha salarial e igualdad de oportunidades; con alto potencial económico y autonomía personal; y la posibilidad de desarrollar una profesión con amplios ámbitos de trabajo, sobre todo en el campo de la rehabilitación y el mantenimiento, que está en constante crecimiento.
Un arquitecto o arquitecto técnico dispone de los conocimientos y habilidades necesarios para asumir el rol de un administrador de fincas y garantizar el buen funcionamiento de la “casa”, la comunidad de propietarios, y revalorizar con una adecuada conservación las viviendas que integran el edificio.