No hay ciudad o pueblo en España que no cuente con un elemento histórico o artístico de especial relevancia. Cada rincón de nuestro país respira la esencia de su pasado… fortalezas medievales, calles empedradas en barrios antiguos, monumentos emblemáticos y edificios, son un impresionante testimonio de la arquitectura, la historia y el arte a lo largo de los siglos.
Con su rica historia y su diversidad cultural, España ocupa el cuarto puesto (empatado con Francia) con mayor Patrimonio Mundial por detrás de Italia, China y Alemania. Pero este gran legado cultural también conlleva una tremenda responsabilidad: su conservación.
En 1972 se aprobó la Convención para la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural. Su objetivo era señalar los lugares que tienen un "valor universal excepcional" y, por tanto, deben conservarse para que la humanidad pueda seguir disfrutando de ellos a lo largo de los siglos.
Pero cuando la preservación del pasado tiene que adaptarse a demandas tan fundamentales para nuestro presente y futuro como la eficiencia energética, no siempre es fácil proyectar una renovación o ejecutar paso a paso cada intervención en un edificio histórico. En la vieja Europa, los edificios de carácter histórico representan algo más de un 30% y son responsables de más de un tercio del consumo energético de todo el parque residencial.
¿Es posible conciliar la estética artística con las exigencias cada vez mayores de sostenibilidad y eficiencia energética? La respuesta es sí, pero para conseguirlo es importante una preparación exhaustiva que habilite a los profesionales en la difícil tarea de conciliar la estética artística con las cada vez más acuciantes demandas de sostenibilidad.
La preservación de elementos decorativos, fachadas y detalles artísticos a menudo choca con la necesidad de instalar sistemas eficientes que reduzcan el consumo energético. No es fácil integrar nuevas y sofisticadas medidas de ahorro energético, como paneles solares o aislamiento, en cubiertas y fachadas centenarias.
Preparación exhaustiva y enfoques colaborativos
La clave para superar el dilema entre arte y eficiencia energética radica en enfoques colaborativos. La colaboración entre expertos en la conservación de patrimonio y profesionales de la arquitectura y la arquitectura técnica es fundamental para idear soluciones que respeten la historia arquitectónica mientras incorporan tecnologías que reduzcan la huella de carbono.
El terrible incendio de la Catedral de Notre Dame de París es uno de los ejemplos más claros de la complejidad de este tipo de restauración. Las llamas, iniciadas precisamente durante la rehabilitación de este edificio histórico, dan muestra de la dificultad de las intervenciones y la necesidad de extremar las precauciones.
Desde la evaluación del estado previo a la restauración (identificar daños estructurales, deterioro de materiales e, incluso, amenazas a la integridad del edificio) al mantenimiento a largo plazo, son muchos los pasos que requieren la intervención de todo tipo de profesionales como arquitectos, arquitectos técnicos, ingenieros, artesanos, arqueólogos o historiadores.
La investigación histórica, el desarrollo de un plan de restauración, la obtención de permisos y licencias, la preservación de materiales originales, la documentación del proceso y la redacción de un plan de mantenimiento exige la presencia de perfiles profesionales con una gran formación y especialización y una exhaustiva colaboración multidisciplinar.
Hay cientos de casos de éxito que muestran cómo se ha combinado equilibrio y creatividad para afrontar con eficacia la rehabilitación de nuestro patrimonio histórico. La preservación del pasado y la construcción de un futuro sostenible pueden, y deben, ir de la mano, transformando nuestras joyas arquitectónicas en modelos de eficiencia energética respetuosos con la historia y con la descarbonización de las ciudades que los albergan.
